Salimos de Salamanca, y, llegando a la puente, está a la entrada della un animal de piedra que casi tiene forma de toro, y el ciego mandóme que llegase cerca del animal, y, allí puesto, me dijo:
-Lázaro, llega el oído a este toro y oirás gran ruido dentro dél.
Yo, simplemente, llegué, creyendo ser ansí. Y, como sintió que tenía la cabeza par de la piedra, afirmó recio la mano y diome una gran calabazada en el diablo del toro, que más de tres días me duró el dolor de la cornada, y díjome:
-Lázaro, llega el oído a este toro y oirás gran ruido dentro dél.
Yo, simplemente, llegué, creyendo ser ansí. Y, como sintió que tenía la cabeza par de la piedra, afirmó recio la mano y diome una gran calabazada en el diablo del toro, que más de tres días me duró el dolor de la cornada, y díjome:
-Necio, aprende: que el mozo del ciego un punto ha de saber más que el diablo.
Y rió mucho la burla.
Parescióme que en aquel instante desperté de la simpleza en que, como niño, dormido estaba.
Y rió mucho la burla.
Parescióme que en aquel instante desperté de la simpleza en que, como niño, dormido estaba.
3 comentarios:
Hombre, gracias por sacar mi libro en vuestro blo!!!
- A n o n i m o -
Jajajajaajaja!!!
qué buena cita, amigo
n a c o
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