Eso que ves son tus patucos. Ahí, aunque no te lo creas, estarán tus pies un día no muy lejano. El médico dice que ya mismito, que estás perfecta con tus tres kilitos y pico, chica, y que entre ésta y la próxima semana nos sorprendes. Porque nos tienes a todos encandilados. Nosotros te estamos esperando desde aquel memorable día en que llegaste a nuestra constancia, un pasado 6 de julio, yo lo recuerdo por lo buenos que estaban los pastelitos y el cava con que te celebramos. Te brindamos. Te pensamos. Yo lo llevo haciendo todo este extraño y largo tiempo. Menudos meses me has dado. Ya te echo de menos y ni siquiera has nacido, veras tú cuando estés por ahí dando la lata o simplemente haciéndonos felices. Como intentas ahora, entre pataditas y estiramientos.
Te vimos por primera vez en una especie de fotocopia con tonalidades sepia. Yo te comparé con un continente entero, con sus montañas, sus lagos, sus rugosidades. Tu papá me dió la razón. Nada más entendíamos. ¿Acaso sabes que tu querida hermanita te veía rizos rubios y pendientes en la ecografía? Pero de igual modo, con más o menos imaginación, sabíamos de tu certeza. Qué maravilla. Y seguramente habrá continentes enteros en ti, sólo hace falta un poco de tiempo y un poco de ganas, que seguro que tienes guardadas. Mamá está desconocida. Ella siempre ha sido delgadísima, y ahora contigo, irreconocible. Pero, sabes, les veo muy contentos a tus padres. Son felices. Riñen a veces, por eso de la moto o del trabajo, pero tienes mucha suerte. No sabes cuánta. Te querrán mucho. Podrás confiar en ellos y podrás aprender, crecer y sentirte querida.¡Y qué decir de los abuelos! Deseosos...
¿Tus hermanos? Ya te tienen preparados los juguetes que heredarás. Hasta han diseñado turnos para cuidarte después del cole. Los dos son muy lindos, ya los conocerás. Andrei es muy sensato, inteligente y calmado; Irina es muy alegre, cariñosa y algo más revoltosilla. Llegaron hace unos años y cambiaron mi vida de arriba abajo. Llegarás tú, y la volverás a cambiar. Eso espero, pero es que también a mí me irás conociendo: soy tu tía Marta, la que siempre está disponible para jugar a lo que sea (incluso se deja hacer trenzas, cosquillas, te esconderá los juguetes y te chichará mucho), y soy algo egoísta porque pienso que tú llegas a este mundo, en este tiempo, para decirme algo, para que despierte de nuevo. Ya ves, a mí, como si no hubiera gente a la que haya que decir las cosas, como si tú no fueses por ti misma toda una palabra: Paloma. ¡Cuánto te quiero ya!
Guardo una complicidad contigo. No sabes cuál es, ni creo que te lo llegaré a contar hasta dentro de mucho mucho tiempo. Nueve meses tan distintos para ti y para mí, y sin embargo, tan cercanos. El otro día te sentí al posar mi mano sobre la tripita de tu mamá. Fue la experiencia más fascinante de toda mi vida. No te digo más. Incluso se me escapó una lagrimilla, y desde entonces supe que debía escribirte esto y darte todas las bienvenidas posibles. Te mueves mucho, se te hace escaso el sitio, ya quieres más mundo cuando ni si quiera sabes qué es eso que te anuncian desde la cabina. Dicen en la televisión que alguien como tú ya puede escuchar los ruidos de fuera: ¿has sentido nuestras voces? ¿Escuchaste a papá tocar su piano? ¿Oyes a Luna ladrar? ¿Me comprendiste cuando me quejé de mi examen de la facultad? Seguro que sí. Se te ve muy lista.
¿Y crees acaso que yo no pienso en ti cada día? ¿Crees acaso que no pienso en tus hermanos cada noche? ¡Jopelines! Yo era la única que predije que serías un niño. Mira qué cosas. Y ahora –tonterías, sí- me digo que serás morena y con ojitos negros. Pero qué más da al fin y al cabo cómo seas. Lo importante es que ya eres. Eres verdad, eres un cielo de centímetros con un mundo dentro, ansiosa por despertar, aunque un tanto despistada acerca de qué es eso que al otro lado de tu cobijo se dice hallar con lo bien que, seguro, estás ahí resguardada. ¿Quién osa molestarte? Ésta, tu única tía. Tu primera amiga. Tu escritora. Yo te espero con los brazos abiertos. Para ti, por ti, cuando quieras aquí me tienes, bonita Paloma.
Te vimos por primera vez en una especie de fotocopia con tonalidades sepia. Yo te comparé con un continente entero, con sus montañas, sus lagos, sus rugosidades. Tu papá me dió la razón. Nada más entendíamos. ¿Acaso sabes que tu querida hermanita te veía rizos rubios y pendientes en la ecografía? Pero de igual modo, con más o menos imaginación, sabíamos de tu certeza. Qué maravilla. Y seguramente habrá continentes enteros en ti, sólo hace falta un poco de tiempo y un poco de ganas, que seguro que tienes guardadas. Mamá está desconocida. Ella siempre ha sido delgadísima, y ahora contigo, irreconocible. Pero, sabes, les veo muy contentos a tus padres. Son felices. Riñen a veces, por eso de la moto o del trabajo, pero tienes mucha suerte. No sabes cuánta. Te querrán mucho. Podrás confiar en ellos y podrás aprender, crecer y sentirte querida.¡Y qué decir de los abuelos! Deseosos...
¿Tus hermanos? Ya te tienen preparados los juguetes que heredarás. Hasta han diseñado turnos para cuidarte después del cole. Los dos son muy lindos, ya los conocerás. Andrei es muy sensato, inteligente y calmado; Irina es muy alegre, cariñosa y algo más revoltosilla. Llegaron hace unos años y cambiaron mi vida de arriba abajo. Llegarás tú, y la volverás a cambiar. Eso espero, pero es que también a mí me irás conociendo: soy tu tía Marta, la que siempre está disponible para jugar a lo que sea (incluso se deja hacer trenzas, cosquillas, te esconderá los juguetes y te chichará mucho), y soy algo egoísta porque pienso que tú llegas a este mundo, en este tiempo, para decirme algo, para que despierte de nuevo. Ya ves, a mí, como si no hubiera gente a la que haya que decir las cosas, como si tú no fueses por ti misma toda una palabra: Paloma. ¡Cuánto te quiero ya!
Guardo una complicidad contigo. No sabes cuál es, ni creo que te lo llegaré a contar hasta dentro de mucho mucho tiempo. Nueve meses tan distintos para ti y para mí, y sin embargo, tan cercanos. El otro día te sentí al posar mi mano sobre la tripita de tu mamá. Fue la experiencia más fascinante de toda mi vida. No te digo más. Incluso se me escapó una lagrimilla, y desde entonces supe que debía escribirte esto y darte todas las bienvenidas posibles. Te mueves mucho, se te hace escaso el sitio, ya quieres más mundo cuando ni si quiera sabes qué es eso que te anuncian desde la cabina. Dicen en la televisión que alguien como tú ya puede escuchar los ruidos de fuera: ¿has sentido nuestras voces? ¿Escuchaste a papá tocar su piano? ¿Oyes a Luna ladrar? ¿Me comprendiste cuando me quejé de mi examen de la facultad? Seguro que sí. Se te ve muy lista.
¿Y crees acaso que yo no pienso en ti cada día? ¿Crees acaso que no pienso en tus hermanos cada noche? ¡Jopelines! Yo era la única que predije que serías un niño. Mira qué cosas. Y ahora –tonterías, sí- me digo que serás morena y con ojitos negros. Pero qué más da al fin y al cabo cómo seas. Lo importante es que ya eres. Eres verdad, eres un cielo de centímetros con un mundo dentro, ansiosa por despertar, aunque un tanto despistada acerca de qué es eso que al otro lado de tu cobijo se dice hallar con lo bien que, seguro, estás ahí resguardada. ¿Quién osa molestarte? Ésta, tu única tía. Tu primera amiga. Tu escritora. Yo te espero con los brazos abiertos. Para ti, por ti, cuando quieras aquí me tienes, bonita Paloma.
Marta
-back home with a present-
5 comentarios:
Le encantará el día que lo lea Marta.
Un beso.
jó, sé exactamente de lo que hablas. Ya verás: un milagro
un fuerte abrazo y enhorabuena!!
n a c o
Gracias amigos.
Eso espero sirenita, aunque ahora que lo pienso... ¡¡menuda parrafada tendrá que leer la pobre!!
Y naco, ya os iré contando. Habrá próximos episodios seguro. Claro que una osakeña más en el mundo siempre es un milagro que celebrar.
Marta
Desde luego que es un milagro a celebrar y Naco sabe perfectamente de lo que hablas.
Estoy seguro que le encantará tu gran "parrafada" cuando lo lea y celebrará que sea en varios y no en un solo capítulo.
METeoro
No puedo decir nada que no te hayan dicho ya :) Felicidades, tía Marta :)
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