ser es más que estar

10 ene 2007

Línea 1

El chico de treinta años que está sentado en el cuarto asiento de la izquierda según entras al vagón de metro viene del cine, como cada viernes, y su novia de treinta años se arrulla a su lado.

Entran en la tercera parada antes de llegar a Plaza Castilla unas chicas jóvenes, de unos dieciséis años, con faldas cortas de Zara y hablando en voz alta sobre los atributos físicos de un tal Borja. El chico las mira y no mira a su novia porque se la sabe, y cruza por sus pupilas, fijas en los muslos de una de las chicas, de bonitos rizos dorados, el pensamiento de que dejaría a la mujer adormilada a su lado por una noche de pasión entre esos muslos. No obstante, antes de llegar a Plaza Castilla, el pensamiento huye y se adormila también él, con los ojos cerrados e intentando olvidar aquellas piernas.

Al lado del chico de treinta años que está sentado en el cuarto asiento de la izquierda según entras al vagón de metro, su novia permanece con los ojos abiertos y fijos en los ojos de su chico, que se acaban de cerrar, y odia al mundo porque comprende que aquella muchacha podría quitarle su vida y sus sueños con un sólo gesto de incitación. No quiere volver a intentar dormir.

Enrique Cortés

2 comentarios:

Anónimo dijo...

tu texto me lleva a pensar que la vida sería tentadoramente insoportable si fuera real lo que tan solo tiene posibilidades de serlo;


creo que la l i b e r t a d necesita un escenario concreto: el de la persona enfrentada a un diabólico juego de probabilidades. Mal que le pese...


n a c o

Anónimo dijo...

vamos, que si las únicas coordenadas por las que uno se mueve consisten enencontrar la pareja perfecta, que pase por caja y se vaya dando por... (en ambos los sentidos)

y me podría aplicar el cuento...

; )

n a c o

a r c h i v o

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(estamos) llamados a ser