Osaka en el Reino de León (VI)

Llegamos a eso de las cinco, acordándonos de don Herminio Ramos, un buen hombre de la capital zamorana que logró que arreglasen los caminos y pusieran indicaciones para llegar a la iglesia. La senda terminaba en un pueblo, de esos que desaparecen a decena por día como animales extinguidos, un lugar donde sobreviven cincuenta personas que han perdido las fuerzas y los argumentos para decirles a sus jóvenes que no les dejen solos. La encontramos hermosa y envuelta en una extraña placidez, recostada en mitad de una explanada con un rudimentario aparcamiento donde el nuestro era el único coche. Estaba cerrada, pero antes de que diésemos una vuelta completa, buscando marcas de cantero y leyendas escondidas, una buena mujer abrió la iglesia con la excusa de entrar a buscar unos papeles. Pilar Garretas, se llamaba. Ay, doña Pilar, qué papeles le van a hacer falta a usted un domingo por la tarde para tener que ir a buscarlos dentro precisamente de una iglesia visigótica? Luego nos confesó que la avisaban cuando llegaba un turista, y que ella iba, porque era quien guardaba la llave, para ver si se ganaba una propinilla. Pero si no se la daban, nos dijo, abría igual la iglesia y la enseñaba, porque era lo único que la gente venía a ver al pueblo y de algo hay que estar orgulloso. Eso nos pareció razón más que suficiente para darle unos euros a cambio de sus relatos sobre capiteles y arcos, tímpanos y estelas. Así descubrimos San Pedro de la Nave, templo del siglo VII y una de las tres mejores muestras de arquitectura visigótica en Europa. Planta de cruz latina inscrita sobre un rectángulo, obra de unos hombres que se movían aún en busca de un estilo propio entre la tradición romana y las formas bizantinas, nos permitió perdernos en su espíritu de piedra, plagado de formas sinuosas en bajo relieve heredadas de la tradición celta y conservadas gracias a los ritos nacidos en el seno de las legiones que conquistaron Hispania. Antigua iglesia de un monasterio, fue trasladada piedra a piedra a su emplazamiento actual cuando el anterior, muy cercano, fue inundado en los años veinte por las aguas del embalse del Esla. Nos fuimos a eso de las ocho pensando, como siempre en estos casos, en lo llena de tesoros que está España y en lo hermoso que es descubrirlos.

E.C.