Ayer te eché de menos. Era tarde, el agua golpeaba el cristal y la noche había engullido ya la ciudad; quedaban sombras desconocidas. Por la ventana sólo aprecié la fina silueta de una mujer delgada caminando deprisa bajo su paraguas. Me recordó a ti. Su fina melena, su expresión aniñada, su tez pálida, el balanceo de sus brazos, su forma de mover los labios al conversar con ella, y sobre todo la ligereza de su voz.
Me senté en mi sillón de cuero y fumé el último cigarro. Mientras recorría con mi mente cada una de las hebras de tu aterciopelado cuerpo, imaginé qué llevarías puesto la próxima vez que nos viésemos. Y qué llevarías debajo. Bebí mi cerveza. Ella me seguía hablando, pero yo no la escuchaba. Una lágrima empapó mi ojo. Sentía deseo, sentía añoranza, una extraña mezcla que acrecienta cada día más mis ganas de dejar esta ciudad y huir donde quiera que estés. Inmediatamente.
Me senté en mi sillón de cuero y fumé el último cigarro. Mientras recorría con mi mente cada una de las hebras de tu aterciopelado cuerpo, imaginé qué llevarías puesto la próxima vez que nos viésemos. Y qué llevarías debajo. Bebí mi cerveza. Ella me seguía hablando, pero yo no la escuchaba. Una lágrima empapó mi ojo. Sentía deseo, sentía añoranza, una extraña mezcla que acrecienta cada día más mis ganas de dejar esta ciudad y huir donde quiera que estés. Inmediatamente.
Lo sé imposible, me lo repito una y otra vez, pero es que ningún cuadro tiene sentido si tú estás en ellos, ninguna fotografía, ningún anochecer, ninguna ventana muestra la misma calle que veía mientras acariciabas mis manos. Ningún cigarro sabe a esta asquerosa droga si tú no estás para recordármelo. Nada es sin ti. Ni tan siquiera esta cama en la que amanezco junto a una mujer delgada, que se parece mucho a ti, cubierta sólo por una sábana estampada, y cuyo nombre ni siquiera recuerdo porque sé que no es el tuyo. Ni es el mismo amanecer cuando no eres tú quien lo llenas. Y cuando no eres tú quien se esconde en mis brazos, cuando no eres tú quien me besa...
Y te sigo echando de menos. El cielo luce en tonalidades indeterminadas. También te has llevado el color. Eras tú quien hacía brillar al sol, ahora tan sólo es un espejismo que contemplo con la mirada cansada a través de un cristal. Eras tú quien le dabas adjetivos a todo. Sin embargo, la ciudad amanece ahora desconocida. Alguien la ha robado. Alguien que se ha ido. Espero volver a verte pronto, donde quiera que estés allá arriba, en un lugar cercano a la luna seguramente, bella ahora que la envuelve tu rostro: luna mía contigo dentro.
Y te sigo echando de menos. El cielo luce en tonalidades indeterminadas. También te has llevado el color. Eras tú quien hacía brillar al sol, ahora tan sólo es un espejismo que contemplo con la mirada cansada a través de un cristal. Eras tú quien le dabas adjetivos a todo. Sin embargo, la ciudad amanece ahora desconocida. Alguien la ha robado. Alguien que se ha ido. Espero volver a verte pronto, donde quiera que estés allá arriba, en un lugar cercano a la luna seguramente, bella ahora que la envuelve tu rostro: luna mía contigo dentro.
Marta
(comunicando desde las profundidades alfabetagammadeltianas)
14 comentarios:
Un día el amor dejó de ser así, como lo describes. Eso fue precisamente lo que me salvó.
E.C.
qué difícil es dejar atrás de un gran amor y cuánto compensa ponerse a ello. 40 días en el desierto.
en fin, marta, el texto es precioso
un abrazo desdealgúnlugaremotodelamemoria
n a c o
:)
Hay personas que son las que forman nuestro mundo, y cuando no están, ya el mundo no es el mismo, le falta una parte de su esencia. Cuanto más importante sea la persona, más grande será ese vacio.
Cada persona construye el amor, según sea capaz de amar. Si una persona ama de forma desinteresada y con total entrega, así será el amor. No debemos verlo como algo ajeno que es como es. Nosotros somos lo que hacemos que sea como sea (y no hay que salvarse del amor, sino de quien te haga daño).
Precioso texto. Enhorabuena.
Marian.
abrazar lo bueno, apartar lo malo
estoy contigo, Marian
abrazos domingueros!!
n a c o
:)
El otro día leí que se necesitan al menos cuatro abrazos diarios.
Ya me quedan menos ja, ja. Gracias!
Un beso (y cinco abrazos). Marian.
Precioso texto, quien dijo que el amor no duele?
Un besito.
añando: a ver si lo que más duele va a ser su ausencia...
n a c o
como cambian los espacios, los colores o lo que se palpa y lo que no, cuando no se pueden tapar ciertos huecos..
quise perderme
y me cogieron tus brazos..
tiempo despues
agradezco haberte olvidado
todo duele, pero todo pasa y si quieres se olvida
besos a todos
kata
Qué difícil es todo en el amor...
Y qué bonito ha quedado este texto!
Saludos desde el Mediterráneo.
Gracias a todos por vuestros comentarios. Es en el fondo lo que más preciosidad y riqueza le da este texto, que antes era una historia que alguien abandonó en un editor de textos y ahora ha tomado vida en vuestras reflexiones.
E.C., me alegro de que te salvases (ahora, leñe, tira de la cuerda y rescátanos a los demás :P) Naco, hay que solucionar eso de la remota memoria, a ver si en un finde de estos va siendo más...instantánea! Marian, sabias palabras que aprender (gracias). Y sí, Blau, va a ser que duele más su ausencia. Tron, prueba a taparlos con chocolate, al menos, si no lo consigues, estarán ricos... Y Jaime, seguro que no es más difícil que un examen de ese maligno Manglano. Ánimo!
Y abrazos meseteños a todos!
Marta
De todas formas, reconforta llegar de un examen en el que todo eran algoritmos, y ver que el idioma en el que a veces escribo no es tan raro como parece. O es otro, quizá, pero hay gente que también se comunica en él.
¡A la porra los algoritmos teniendo Osaka!
Qué triste y qué bonito a la vez, el amor es así. Quedémonos con los buenos recuerdos.
Un beso, Marta.
Examenes... aggghghhhhhhghghgh
Menos mal que siempre queda un rato para el ocio.
P.D. De todas maneras, a veces las cosas son más complicadas que en un exámen de Física. Aunque ni yo mismo sea capaz de creerlo en teoría. Pero pasa.
Saludos!
Qué ausencia tan presente... Exquisito.
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