Churchill sabía bien lo que hacía. Durante la guerra de los cien años, se convirtió en una costumbre para las tropas francesas cortar los dedos corazón e índice a todo arquero inglés que fuera capturado, para después devolvérselo al enemigo convertido en un soldado prácticamente inútil. Esto hizo que se extendiese entre las tropas inglesas el gesto de mostrar esos mismos dos dedos a las filas francesas como gesto desafiante previo a la batalla. "Ven a por ellos", decían, "aún conservo mis dedos". El 25 de octubre de 1415, un ejército de 25000 franceses, en su mayoría jinetes de caballería pesada e infantería fuertemente armada, interceptó a un pequeño grupo de 6000 soldados ingleses hambrientos y enfermos. La batalla parecía sencilla para Carlos D´Albret, condestable de Francia y general del ejército, pero no contó con un elemento decisivo: los arqueros de Enrique V. La derrota francesa fue estrepitosa y decidió el futuro de ambas naciones. Aquel enfrentamiento donde muchos arqueros ingleses debieron levantar los dedos con el doble sentido de victoria y desafío, recibe el nombre de Batalla de Agincourt. Churchill sabía bien lo que hacía al izar la mano, nosotros también al escribir y crear. Libertad, libertad ante todo. Que nuestros textos sean flechas que remuevan conciencias. No a la censura, pero menos aún a la autocensura. Le pese a quien le pese.
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Churchill sabía bien lo que hacía. Durante la guerra de los cien años, se convirtió en una costumbre para las tropas francesas cortar los dedos corazón e índice a todo arquero inglés que fuera capturado, para después devolvérselo al enemigo convertido en un soldado prácticamente inútil. Esto hizo que se extendiese entre las tropas inglesas el gesto de mostrar esos mismos dos dedos a las filas francesas como gesto desafiante previo a la batalla. "Ven a por ellos", decían, "aún conservo mis dedos". El 25 de octubre de 1415, un ejército de 25000 franceses, en su mayoría jinetes de caballería pesada e infantería fuertemente armada, interceptó a un pequeño grupo de 6000 soldados ingleses hambrientos y enfermos. La batalla parecía sencilla para Carlos D´Albret, condestable de Francia y general del ejército, pero no contó con un elemento decisivo: los arqueros de Enrique V. La derrota francesa fue estrepitosa y decidió el futuro de ambas naciones. Aquel enfrentamiento donde muchos arqueros ingleses debieron levantar los dedos con el doble sentido de victoria y desafío, recibe el nombre de Batalla de Agincourt. Churchill sabía bien lo que hacía al izar la mano, nosotros también al escribir y crear. Libertad, libertad ante todo. Que nuestros textos sean flechas que remuevan conciencias. No a la censura, pero menos aún a la autocensura. Le pese a quien le pese.
E.C.
a m e n
n a c o
amen
METEORO
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