¿Qué buscas?

El principio debió ser algo parecido a un milagro. Al principio no había referente, ni coordenadas, ni cuerda a la que asirse. Sólo eso, un lienzo desnudo de cinco dimensiones del que apenas veríamos cuatro; una vasta extensión de nada que aspiraría a llenarlo todo. Al principio debió ser así, el fogonazo de salida, un golpe de suerte, la ventura de una diana o un tropiezo imperdonable. Imperdonable, pero aquí estamos. Algunos con buena suerte, otros con ninguna. Muchos mirándose el ombligo, buscándose sin hallar respuesta, ¡¡eh!! ¡¡que no está en ti!! Y otros… bueno, ésos tampoco lo tienen más fácil. La enfermedad, la rutina, el desamor, el cansancio, el orgullo, el egoísmo nos van separando irremisiblemente de nuestros orígenes. De aquellos días en los que podíamos explicar cualquier cosa en dos líneas; cuando no sabíamos escondernos detrás de poses y barroquismos, detrás de biografías interesantes, detrás de impecables medias verdades. ¡Qué lejos ya el año en que fuimos soberanos del tiempo y la alegría!

Teníamos que complicarlo todo. Pudiendo ser Reyes.

Pienso en esto y en otras cosas cuando la miro; cada vez que nuestros ojos curiosos se encuentran en el mar de retos que llamamos vida. Nos miramos y me doy cuenta de que todos necesitamos una. Una que nos recuerde que estamos de paso. Que la vida es un hilo frágil e inestable. Que somos unos afortunados. Que hay algo, ése reducto inconmensurable y que al mismo tiempo cabe en eso, en un fogonazo, en un aplauso emocionado, en la batida de alas de un cóndor,… ese paraíso a nuestro alcance... por el que merece la pena vivir. Un día lo vimos, y pasaremos el resto de nuestra existencia buscándolo. Los más valientes, tendrán mejor fortuna que otros. Fortuna, sí… ¡JA!

En ese paraíso se halla la raíz de nuestro valor. Lo llevamos dentro, y allí estaba antes incluso de que hincháramos los pulmones con el primer llanto. Todo lo debemos a todo lo que no somos, y sin embargo nos conforma, que me imagino que es como lo definiría un científico. Hemos HEREDADO ese paraíso. Se lo debemos a los griegos, a los cartagineses, a los enemigos de la cueva vecina, a la Muralla china, a la Revolución Industrial, a los frescos de Goya, alons enfants de la Patrie, a una rueda, a la otra, a la penicilina, a la Segunda Guerra Mundial y a todos los milímetros que recorrieron la nariz de Cleopatra, a siete siglos bajo los unos, a cinco bajo los otros. A mamá, a papá, a un desliz con el brandy. Todo cuenta. Lo verdaderamente importante es que hay cierto paraíso cierto dentro de nosotros, y que hay que conquistarlo.

En éstas y otras cosas me da por pensar. Sí, ésta es la emoción que siento cuando mi cámara hace ‘clic’ y capturo “el décimo, la pedrea y un par de aproximaciones” de lo que ella ES. Principio y fin en una pulsión.



La salvación está en los otros. A través de ellos nos conocemos, nos perdonamos y aprendemos a amar. El principio debió ser algo así como la respuesta. Cada vez que ella me sonríe, veo en su rostro mi pregunta.

¿Cuál será la tuya? Los minutos cuentan. Tempus fugit.


Por supuesto estoy intentando racionalizar una rosa. Explicar con torpes palabras lo que mi mano y corazón saben trazar de memoria sobre su pelo; ¿es el latir del Universo?. Traducirlo es tan sólo acercarme a vosotros y deciros que no estáis solos. Que yo también tengo miedo y sepulto la pregunta a diario, apartando de mí el tormento de su sombra.

De vez en cuando os deseo en cambio que os encontréis de frente con vuestra verdad y que no tengáis opción alguna de esquivarla. Os lo deseo de veras. Maldición gitana.

PORQUE TODOS, POBRES O RICOS, HAMBRIENTOS O MUERTOS DE HAMBRE, ESCLAVOS O MENOS ESCLAVOS, TODOS…

NECESITAMOS

UNA

MUSA

Ig.